El espíritu del agua, al
verla se enamoró de ella. Los tatas de la niña se fijaron que siempre que
regresaban del lago venía muy contenta y sospecharon, porque el lago se ponía
cristalino. Los tatas un día tuvieron que ir al pueblo y dejaron a la niña encerrada,
pero la muchacha se salió por la ventana para bañarse en el lago y ver al espíritu del mismo. Cuando volvieron
los tatas no la encontraron, se enojaron y se fueron a vivir a Nahualá para que
ella ya no pudiera ver al lago. La niña se puso triste y lloró tanto hasta que
se murió. Pero el lago se desesperó y empezó a buscarla, por lo que cada vez
que sale desesperado, hace un oleaje todas las tardes, para buscar a la
muchacha.
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